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Parto respetado: la necesidad de profundizar un derecho

El 31 de agosto se celebra el Día de la Obstetricia y de la Embarazada, una fecha instaurada en honor a las personas gestantes y a los profesionales que las asisten tanto físicos como psicológicamente en cada etapa, a fin de proteger la salud de las madres y los bebés.

No hay dudas de que la labor de los obstetras es imprescindible. Sin embargo, no todos los profesionales se desempeñan de forma responsable y respetuosa. Al contrario, hay muchos médicos que dejan de lado el aspecto humano –tan importante para ejercer su profesión- generando, como consecuencia, actos de violencia obstétrica, una forma más de violencia contra la mujer.

¿A qué se llama violencia obstétrica?

Este tipo de violencia se produce cuando los profesionales de la salud ejercen tratos y prácticas que vulneran los derechos fundamentales de la mujer durante su embarazo, parto, o postparto.

Este trato no es exclusivo de ningún ámbito de la salud, ya que ocurre tanto en el sector público como en el privado: en hospitales, clínicas, consultorios y centros médicos. Se puede manifestar de varias formas, pero las más denunciadas son la infantilización, el ser tratadas con sobrenombres del estilo “mamita o nena”, el maltrato físico y verbal, la vulneración en momentos como el parto o la cesárea, la separación de sus recién nacidos, la desinformación –sobre todo durante intervenciones o procedimientos médicos- y el desconocimiento sobre sus derechos o alternativas de atención y asistencia.

Todas estas instancias incumplen la ley Parto Humanizado, una norma que protege a la mujer otorgándole derechos tales como:

§  Trato respetuoso, y protección de la intimidad durante todo el proceso de asistencia obstétrica

§  Respeto de los tiempos biológico y psicológico, evitando prácticas invasivas y suministro de medicación que no estén justificados por el estado de salud de la mujer o de su hijo

§  Información sobre la evolución del parto, estado del bebé y, acerca de la actuación de los profesionales

§  Acompañamiento durante el trabajo de parto, parto y postparto, por una persona de su confianza y elección

§  No ser sometida, ella o su hijo, a ningún examen o intervención cuyo propósito sea de investigación, sin el consentimiento de la madre formalmente escrito

§  Contacto con el bebé durante la permanencia en la institución, siempre que no requiera de cuidados especiales

Es importante destacar que a partir de la sanción de esta ley, se denunciaron y evidenciaron muchísimos casos de violencia obstétrica en todo el país. En ese marco, hay que destacar la incesante lucha de las mujeres, que llevó a cuestionar la situación de vulnerabilidad en la que viven. Gracias a esa lucha, además, se logró que tanto profesionales de la salud como las instituciones asuman cada vez más la responsabilidad de asistir de forma digna a la persona gestante y al niño durante las etapas de embarazo, parto y postparto. Claro que aún queda mucho trabajo y camino por recorrer.

Desde la Cámara de Empresas de Internación Domiciliaria de la Provincia de Buenos Aires (CAMEID) creemos que se han dado pasos importantísimos en la pelea contra la violencia obstétrica y la sociedad es más consciente sobre el tema. También estamos convencidos de que el compromiso de los profesionales y las instituciones sanitarias es sumamente importante, pero es fundamental el rol del Estado, que es quien debe garantizar el cumplimiento de todas las leyes que protejan los derechos de las personas.

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